Si me dieran un dólar por cada vez que me llega una pregunta en plan “¿Puedo usar esta prenda si soy bajita/tengo tanta edad/trabajo de x?” ya tendría una Birkin. Hablemos de tener que pedir permiso para hacer algo que querés hacer pero no lo hacés por la imposición de seguir reglas que alguien más decidió que tenías que seguir.
No puedo por mi cuerpo, no puedo por mi edad, no puedo porque vivo donde vivo o trabajo de lo que trabajo.
Es mucho más complejo que querer hacerlo y ya, lo sé. Están en juego los talles, los códigos de vestimenta de los trabajos y a veces hasta la propia seguridad física pero aún en un mundo ideal en donde nada de eso nos afecte, hay personas que se van a limitar a ponerse lo que quieren ponerse porque no se sienten capaces de poder hacerlo. Otras son cancheras pero yo no. Otras lo pueden hacer pero yo no. Otras se animan pero yo no. Hay individuos que deciden expresarse a través de la ropa y otros que nada más la usan como forma de abrigo (aunque sabemos que también lo están haciendo por más de que no lo sepan del todo queue escena de Devil Wears Prada) y está bien. Hacerlo de forma consciente es una elección personal.
En la vorágine del capitalismo tardío en donde todo el tiempo te están presentando cosas nuevas que TENÉS que tener para ser porque si no NO SOS, se entiende lo nuevo como bueno y lo viejo como malo. Pasa con las tendencias -si no estás al corriente de la última no estás a la moda-, pasa con los cuerpos y con los celulares por igual. ¿Cómo es que algo que funciona perfectamente o que aún te gusta tiene que ser descartado porque ya “es viejo”? La verdad es que actualmente las tendencias llegan y se van con más rapidez, duran apenas semanas cuando antes eran años y por las redes sociales terminamos copiando y pegando fórmulas de otros en lugar de encontrar lo que realmente nos identifica. Te acostumbrás a que ese jean va con ese top, a que esos colores “se usan” juntos y esos otros estampados no se mezclan. Y con esto no quiero decir que está mal inspirarse en lo que sea, por que no y yo también lo hago pero, cuando entramos a Pinterest, a Instagram o a Tiktok y vemos lo mismo una y otra vez, la respuesta inmediata de la mayoría de las personas es sentirse mal porque no tiene eso que supone que todo el mundo sí tiene. Te sentís afuera, sentís que nada de lo que tenés sirve y que nada te gusta. Lo que está en tu armario pierde valor porque no es lo que te dicen que tenés que tener. Hasta llegaron a inventar el término Cheugy para describir algo que ya no es tendencia pero sigue siendo usado por -principalmente- mujeres millennials. Fomentando el sobreconsumo, el recambio de objetos con mayor frecuencia y encima te hacen sentir mal porque te sigue gustando lo que te gusta.
No solo tenemos que preocuparnos por lo último ultimísimo que se usa sino por poder encajar, etiquetar y empaquetar nuestro estilo en una estética determinada. Si no se puede acomodar en lo que Tiktok dice que tiene que ser el Y2k -por poner un ejemplo- no sirve. No es nuevo el concepto de crear estéticas para diferenciarse de lo mainstream o para poder sentirse parte. Ya en el siglo XIX y antes existían grupos sobre todo ligados al arte, que hacían la suya y tenían corrientes de vestimenta diferentes a lo que se usaba en ese momento. Pero ahora, con las comunicaciones, la globalización y ¡oh sorpresa! -el capitalismo- esas estéticas son más estrictas y más exclusivas. Está perfecto que te gusten distintas estéticas y está perfecto no poder encasillarse solo en una porque las personas somos seres complejos y es obvio que vamos a disfrutar de muchas cosas a la vez. También puede suceder que exista algo te guste en otra gente y lo puedas apreciar pero no necesariamente sea algo que te identifique a VOS como persona. Que te guste no significa siempre que lo tengas que comprar. En la era del hashtag, si no hay una etiqueta para englobar la combinación que armamos directamente no existe. ¿Por qué tenemos que reducir todo a un término de búsqueda que alimenta a un algoritmo? Esas palabritas que en principio nos ayudarían, terminan siendo un arma de doble filo porque acaban manejando nuestros armarios y coartando nuestra creatividad. Pasa que todos los días hay algo nuevo a lo que tenemos que obedecer y no está bien.
Es una contradicción de la moda en general porque por un lado se habla de creatividad y libertad pero por el otro el sistema de la moda se cambia cada seis meses y siempre hay algo más nuevo y más último que desear, así funciona. El secreto está en saber separar las cosas y poder hablar de La Moda como acto creativo y La Moda como industria. Ahora, el problema con esto -sin entrar en los conflictos ambientales, la contaminación, la sobreproducción y todo eso que ya sabemos que viene aparejado con la moda como producto del capitalismo- es que cada vez se hace más difícil poder encontrar el estilo propio como una forma de identidad y de comunicación individual.
Somos bombardeadas por KEY ITEMS, y prendas IT de la temporada, la zapatilla del momento pero una puede tener puesto todas cosas que no son trendy e igualmente tener estilo porque seguir las tendencias y tener estilo no son sinónimos ni es un requisito excluyente. Tenemos que cortar con la dictadura de las tendencias, claro que es divertido pero no tiene que ser una obligación. Que algo vuelva o no, no es una sentencia de muerte ni un deber que tiene que ser cumplido a rajatabla. Las tendencias vienen, se van y si te gustan las adoptás y si no, no.
Siempre digo que tener un estilo propio tiene que ver con quién una es y para encontrarlo justamente tenemos que saber quiénes somos pero con tantas señales confusas que recibimos a veces nos terminamos perdiendo. No sabemos quiénes somos porque por todas partes nos están indicando que tenemos que ser algo distinto a lo que queremos ser. Que tenemos que ocupar el lugar asignado, vernos acorde a las reglas que por años se viven perpetuando de acuerdo a tu profesión, a tu tipo de cuerpo, a tu edad, a si sos madre o no y un sin fin de etcéteras.
La construcción del estilo personal no sucede de un día para el otro porque la construcción de la identidad también es algo que lleva tiempo. La ropa es una excusa, el problema de fondo es mucho más grande. Pero la ropa también puede ser el remedio y la solución. Porque replantearnos los consumos y replantearnos estas reglas en cierto modo es revelarse contra la mirada ajena. La gran mayoría de las veces no nos animamos a hacer algo por miedo a que el otro nos juzgue. Y aunque parezca una cosa banal y frívola, por siglos y siglos las mujeres fueron hasta presas por revelarse y decidir usar pantalones o decidir llevar el pelo corto, por vestir minifaldas o pintarse los labios de rojo.
Si lo que te hace feliz es usar un piercing en la nariz con más de tantos años, hacélo. Si lo que te hace feliz es usar colores brillantes y todos los estampados al mismo tiempo, hacélo. Si aún amás ese vestido que compraste en 2017, usálo. Lo voy a volver a repetir SI TE GUSTA, TE LO PONÉS. No importa si la influencer de turno dice que no es cool, si en la revista escriben que ya pasó de moda o si te miran raro en la calle personas que nunca vas a volver a ver en tu vida. ¿Cuánto más vamos a pasar haciendo lo que otros quieren que hagamos en lugar de hacer lo que tenemos ganas de verdad?¿Cuánto más vamos a posponer sonreír al ver nuestro reflejo en el espejo usando algo que genuinamente nos identifique? Por eso digo que la ropa puede ser la solución. Porque dentro de tooodas las cosas que no se pueden cambiar en este mundo, elegir vestirnos como queremos es relativamente simple.
Cómo hacerlo es otro tema y ahí prometo que voy a ayudar. Pero el primer paso lo tienen que dar ustedes.
Te smo
Que importante todo lo que dijiste Lessie. Yo tengo que agradecerte porque como parte de un proceso propio de reconocerme y replantearme muchas cosas, tu constante militancia de “te gusta, vas y te lo pones” y toda la data que pasas, pude empezar a reconocer lo que me gusta realmente, pero más importante sentirme feliz con lo que uso!!
Excelente post, y tan necesario recordar esto. Estoy totalmente de acuerdo. A veces creo que pierdo hasta mi propio foco… de estar tanto mirando redes.
Por estas cuestiones borre Instagram temporalmente, me canse de ver gente perfecta con el look perfecto y prendas que jamas en tu vida vas a poder comprar. Pero después leo posteos motivadores como el tuyo y me hace creer que no esta todo perdido en la búsqueda de mi propia imagen. Graciaaas, alegre mi domingo leyendo tu blog.
¡¡Qué análisis Lessie!! Me encanta, porque abordás el tema desde las dinámicas del sistema económico y sus implicaciones en el mundo de la moda, la moda como arte y forma de expresión vs la industria y el consumo, por otro lado, lo de la dictadura de las tendencias uff 🤯, buenísimo el término, y más adecuado no puede ser; también la crítica al consumo y la autenticidad como forma de rebelión feminina, te amo!!