• ¿Cuál es el lugar de la moda en medio de una pandemia? 

     

    La pandemia que nos toca vivir desde hace ya varios meses, sacudió a todas los sectores económicos posibles pero principalmente a aquellos que no son considerados como esenciales. La industria de la moda es una de ellas y lo que el virus hizo, entre otras cosas, fue acelerar un proceso que ya se venía dando hace mucho tiempo. El cambio de paradigma de un sistema que necesitaba evolucionar si o si. Lo cierto es que la moda es la más contaminante que hay pero también una de las que más personas emplea. Entre los fabricantes y diseñadores textiles, comerciantes, productores, periodistas, editoras, modelos y modelistas, el ecosistema que circunda la actividad es infinito. 

    Sabemos que trae una gran cantidad de consecuencias con la imagen y el amor propio pero también es una pieza clave a la hora de conformar la identidad de las personas y algo es seguro, como dicen en mi podcast favorito Dressed: the history of fashion “con más de 7 billones de personas en el mundo, todas tenemos algo en común: cada día nos vestimos”. Es algo a lo que no le podemos escapar, simplemente porque usar ropa es una necesidad. Hablamos por consiguiente, de una rama que es atravesada por varias verticales como la economía, la sociología, la antropología, la política y el arte. 

    Este año que aún no termina no solo se vio acechado por un virus del que aún no se sabe mucho, sino también por una infinidad de movimientos sociales en todas partes que exigen un cambio y piden más representación casi con el mismo nivel de propagación y urgencia. Entonces la pregunta es, ¿Cuál es el lugar de la moda en medio de una pandemia? ¿Podemos pensar en qué nos vamos a poner mañana si no sabemos lo que va a pasar con el mundo? ¿Necesitamos realmente toda la ropa que tenemos y toda la ropa que se produce a diario? Son demasiados interrogantes para el nivel de incertidumbre y ansiedad que estamos manejando, pero estas preguntas eventualmente había que hacerlas.

    Habiendo terminado el primer mes de la moda de la … ¿era Covid? ¿Nueva normalidad? Algunas cosas están más claras pero no del todo porque creo que si algo aprendimos en este tiempo es que la vida puede cambiar y el control sobre eso muchas veces no existe. Al principio del aislamiento los comunicados de las grandes marcas y conglomerados de lujo fluyeron anunciando fondos para sus respectivos países, prestando sus ateliers para la producción de máscaras y sus laboratorios para fabricar alcohol en gel. Esos tiempos parecen antiguos pero nada más pasaron unos meses. Los últimos desfiles se hicieron en febrero, en el medio se canceló la semana de la alta costura y men’s fashion week junto con otras semanas de la moda alrededor del globo y ahora, luego de muchas discusiones y tires y aflojes por parte de quienes manejan los hilos el show tuvo que continuar. 

    Es interesante me parece, que algunas marcas importantes como Dior (por más que me pese) o Tom Ford, decidieron ir por la ruta de aggiornarse a la situación y presentar colecciones en donde el foco era la comodidad, el estar en la casa y el vestirse para uno. Otros, como Jeremy Scott por ejemplo, fueron por la ruta del escapismo y de crear un mundo de fantasía donde refugiarse por unos minutos frente a tanto caos y desesperación.  Algunas marcas presentaron menos looks, usaron telas de stock en lugar de producir nuevas, cambiaron sus mega desfiles  por presentaciones digitales en todos los formatos habidos y por haber y también existieron aquellas que decidieron retirarse del calendario del año directamente. 

    Tom Ford – Christian Dior SS21

    Ninguna respuesta es más válida que la otra, todas las opciones son correctas. Cada uno de esos shows trae infinidades de puestos de trabajo que como todo, fueron pausados a la espera de una mejora que no parece llegar. Con controles, barbijos y distanciamiento social fashion week transcurrió casi que como siempre pero para muchos igualmente fue raro y decepcionante en varios aspectos. Aquellas marcas que sí tuvieron show en alguna de las cuatro ciudades del calendario oficial – Nueva York, Londres, Milán y París – mostraron el accesorio del año: los tapabocas pero más importante, un gran aumento de modelos de distintas corporalidades, identidades y edades. Incluso en pos de reducir costos y terminar con un cronograma con gran cantidad de desfiles al año que ahora parecen que no son necesarios, la gran mayoría de las marcas fusionaron las pasarelas masculinas con las femeninas.

    Nicolas Ghesquière, el director creativo de Louis Vuitton dijo que para su colección quiso mostrar cómo la idea del género y ropa para hombres o mujeres se está borrando. No, no es una idea nueva, como tampoco lo es la existencia de personas por fuera del sample size, pero que la industria abrace estos cambios me parece como poco, prometedor. 

    Hace varios meses los diarios de todo el mundo proclamaban el reinado del jogging pero existen otras personas que resisten pintándose los labios y usando vestidos aún puertas adentro. Para mí el elegir qué ponerme a la mañana aún no me vaya a ver nadie ayuda a mi salud mental y me da un sentido de normalidad que hace que no pierda la cabeza, es mi zona de confort. Por eso es que tuvimos pasarelas para todos los gustos porque hay tantas interpretaciones de lo que es la moda y de lo que se necesita como personas para interpretarla. Por otro lado, la pandemia no solo trajo una nueva obligada creatividad sino que también me parece, que nos acercó un poco a una idea globalizada de una moda democrática en donde cualquiera, sin importar si se tiene el boleto dorado o no, puede ver el show desde su casa mientras tenga una conexión a internet.

    La democratización, la inclusión, la representación, la sustentabilidad y la responsabilidad tienen que ser las nuevas banderas que levantar. Porque ya es tarde y viene siendo hora que se reparen muchas cosas. Por eso vuelvo a plantear la pregunta del principio: ¿Cuál es el lugar de la moda en medio de una pandemia? La moda siempre digo que es una consecuencia estética a lo que sucede en el mundo pero también es un reflejo del espíritu del presente y la esperanza del futuro. ¿Vamos a tener menos colecciones de ahora en más? ¿El calendario va a modificarse? ¿Veremos los grandes shows desaparecer? ¿Tiene sentido seguir hablando de tendencias? La verdad es complicado responder porque no solamente están los intereses económicos que ya conocemos detrás sino también el aspecto artístico, el deseo, lo social y lo aspiracional que rodea a la moda y que la hace lo que es. En algunos años cuando miremos hacia atrás seguramente podamos analizar todo esto con un ojo mucho más crítico pero siempre es más fácil con el diario del lunes. 

    Pasó con las revoluciones industriales, pasó con las dos guerras mundiales, con la pastilla anticonceptiva, con la guerra de vietnam, con el voto femenino. El jean acompañó la rebeldía adolescente, la minifalda la revolución femenina, Christian Dior propuso una estructura para recuperar aquello perdido y Cocó Chanel nos trajo ropa funcional en pos de una nueva mujer trabajadora. La pandemia va a pasar pero estos cambios ya son irreversibles. La moda nunca fue una isla, siempre es una respuesta y hoy más que nunca no puede quedarse afuera de la conversación.

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    3 Comentarios

    1. Polie
      octubre 7, 2020 / 10:12 pm

      Sos espectacular Lessie, necesito que todas las personas que trabajan en moda en nuestro país lean este análisis porque es interesante desde todos los puntos.

    2. Agostina
      octubre 8, 2020 / 9:27 am

      Me encanta leerte siempre! Un placer.
      Mucho amor y felicitaciones por el hermoso trabajo que haces<33

    3. Rayo
      octubre 9, 2020 / 8:36 pm

      Me encantó el post y el nuevo diseño del blog!
      Estudio diseño textil y el otro día hablábamos en clase de cómo en los últimos meses muchas marcas se volcaron a hacer pijamas o ropa comfy, adaptándose a la “nueva normalidad”. Pienso también en cómo el textil hogar está creciendo, como de este lado del mundo de a poco es más accesible adquirir objetos de tendencia para decorar los lugares que habitamos, y siento que esto está directamente relacionado con que pasamos mucho más tiempo adentro que afuera y necesitamos crear ambientes más copados estéticamente. Me hace bien porque esto crea nuevos puestos de trabajo pero no deja de preocuparme el impacto ambiental, espero que esta industria creciente no emule el modelo productivo del fast fashion sino que podamos acercarnos a la economía circular.

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